sábado, 17 de enero de 2009

Mezcla de realidad y cruce de historias.


Ojala se hubiera ido sin saber nunca para qué había venido, desearía no haberse dejado convencer por sus ojos y las líneas de sus manos, que le prestaron tanto y como todo préstamo, más tarde o más temprano regresó a su dueño.

Su cuerpo era todo, a menudo pensaba que si tenía que elegir un instrumento, se quedaba con el piano, cuyas teclas conocía de memoria y a la perfección, cada encuentro, era una dulce melodía que dejaba deslizar por sus hombros, esas notas eran las más disfrutadas y sentidas, de su extensa colección de partituras. Se preguntaba si habría algo tan importante como que alguien te diga que cree en vos, que te vá a brindar esa mano, cuando te estés perdiendo o aún cuando reine la completa paz, vas a tener esa mano ahí junto a la tuya.

Ocurrió que un día abandonó él, ese amor, sería que el único amor de verdad que tenía era hacia la música quien sabe… y ella era una canción más, así y todo guarda en el alma sonidos que jamás podrá borrar, porque todo aquello que pasa por el alma, allí perdura y aquí si se permite la licencia de utilizar un para siempre.

Entonces creyó que todo lo que tocaba se rompía y su terquedad le va a impedir que le saquen varias ideas que tiene en la cabeza, contra su persona y a favor de los demás.

Podría ahondar en descripciones de lo que fue para ella esta historia y decir por ejemplo que su instrumento preferido siempre fue el violín, pero el sonido del piano la estremecía y le daba escalofríos, aunque nunca haya tocado para ella.

Será otra canción la que contará con esa suerte, ni más hermosa, ni más fea, sencillamente otra canción, serán otros oídos mucho más afortunados, ella sólo pudo escuchar en su mente las canciones que el tocaba sobre sus hombros, deslizándose por sus brazos que sólo a él le pertenecían y pocos tienen el valor de pasar por la memoria sonriendo, a pesar de la invasión que ejerce la melancolía.

Las dimensiones que se pueden alcanzar cuando se ponen las ganas de ir un poquito más allá, son inimaginables, jamás pensadas, esa idea la guarda como un tesoro en el corazón.

Hay vientos de tormenta que se intentan adueñar de lo que no les pertenece, ella otra vez cometió el error de creer que era su propiedad.

Del día que se fue no quedó nada, lo que más recuerda es ese arrepentimiento, esa búsqueda hacia su lado y de su mano nuevamente cuando luego de meses se dignó a regresar y la sorpresa que reflejó su rostro, cuando de su la lado encontró una respuesta negativa.

Su amor seguía intacto, lo amaba aún y era cierto. Pero ella aprendió a vivir, supo sobrevivir, con su recuerdo y ese recuerdo era el que le había dado la fuerza, para seguir con su vida durante ese tiempo, eterno hasta que el regresó, dependía de recordarlo cada amanecer para levantarse y cada noche al cerrar los ojos, a soñar con las mil y una posibilidades de su vuelta. Pero pasaba el tiempo y el no daba señales de vida, ni un llamado, ni una sola palabra y ella se acostumbró a vivir de los recuerdos que había dejado sobre su almohada y así pudo seguir poniéndole alegría a su vida.

Tenía claro que él sería un amor eterno, pero hay tantas cosas que no se pueden reparar, heridas que aún no cerraron y para qué construir sobre lo desecho, cuando el tiempo hace estragos sobre el corazón no hay demasiadas salidas, prefirió sobre las ruinas intentar algo nuevo, se decidió a seguir ya no más con su recuerdo, porque el estaba ahí, de carne y hueso sentado a su lado.

Continuar hasta encontrar otro motivo u otro recuerdo, al cual entregarle sus ganas, que ya no le pertenecían a el, no era su dueño, con su vuelta, habían pasado a sus manos, otra vez, como al principio.

La vida es un círculo que termina cerrando, nos guste o no.

No hay amor feliz, no hay amor triste, hubo amor y eso es lo que importa.

El regreso, la vuelta, cada vez se torna más corta.

Llega un momento en que la tristeza también se nos va, y hay que saber muy bien, que hacer con eso.






Una mezcla de realidad y cruce de historias...

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