sábado, 17 de enero de 2009

¿Il n'y a pas d'amour heureux?


Y viajaba en mi mundo, rodeando espacios, simulando vida, destruyendo silencios.
Espía y deja el hueco al retroceder, no fuerza nada, se abandona y se encuentra, cumple con las palabras de uno de sus escritores favoritos.
Vagabunda en un océano de consuelos, que a veces no alcanzan, que no llegan a colmar esas ganas de abandonarlo todo, cuando el todo exista y la nada abunde.
Y deshecha aquello que no le va a servir para vivir, con una tristeza infinita, tomándolo como una derrota más de las batallas en las cuales participó.
Entiende, aunque se haga la indistinta y elige aunque pareciera…
que sólo deja fluir las situaciones, elige minuciosamente cada instante, cada segundo
por el que transita.
Nunca le gustó el doble sentido, ni los finales abiertos, para ella los puntos suspensivos son un simple adorno.
Cuantas veces disfrutó más el camino y sus piedras, que la llegada. En el silencio escuchó lo absoluto, eso que va más allá, lo que no se puede expresar con palabras.
Por suerte o por desgracia, nadie puede robarnos lo vivido, ni secado lo llorado, sin embargo hay tanto mañana cruzándonos todos los días…
Cree sin embargo que hay heridas que pueden sanar, porque precisamente hay millones de historias por crear.
A veces se acuerda de lo olvidado y hace de cuenta que no pasó nada, no porque le falte transparencia a su mundo, sino porque aprendió el valor de muchas cosas y se regaló a ella misma un valor.
Piensa que, a quién no le gustaría quedarse con las partecitas lindas de la vida, cuando te roban sonrisas, te regalan canciones, te piden como parte de sus deseos o te sueñan de cerca, confía en que alguna vez le será posible ese peculiar y cotidiano deseo.
No cree que sea demasiado, pedir realidad en medio de un sueño.
Amar es una búsqueda constante de lo imposible, apuesta, a seguir buscando lo imposible.
Hay ingenios, frases e historias que sin querer la empujan a seguir y siempre le costó tanto decir no a las propuestas positivas, siempre y cuando haya mucho por aprender, ese tren la tendrá como pasajera, ocupando el primer asiento.
Las palabras siempre le serán una grata compañía, pero, porque aprendió que son un arma con mucho filo, se va a cuidar al usarlas, no por autocensurarse, sino por recordar las heridas que a su corazón le causaron, ellas mismas indefensas, en apariencia.
Cuando un dibujo no la encuentre y cuando un imagen no la pueda definir.
Puede sacar fotos maravillosas de paisajes absurdos, aunque las mariposas se le escapen con facilidad de las manos.

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