miércoles, 16 de septiembre de 2009

Vi tu cara rozando la luna, cuando todo se hacía eterno, después de ese tiempo empezaste a dudar de la eternidad y dejé de inventar excusas para encontrar el amanecer.
Para ver tenés que taparte los ojos, te decía, e hiciste caso omiso a mis palabras, nunca creí tener la razón, pero al menos lo intenté, el infinito está ahí, cuando cerrás los ojos y vos no lo creíste.
No te volví a encontrar en el pasillo, tal vez no quisiste volver jamás a ese bar y tampoco te estaba buscando, pero no volviste. Te quería preguntar donde me escondiste el mañana, no te llamé porque preferí encontrarlo sola.
Ya no creo en nada. Me dicen que ahora debo empezar de a poco, como si hubiera dejado de comer por un largo tiempo. Hasta ahora no encontré ninguna respuesta (aceptable) sobre cómo se hace.
Tal vez fui eso, una búsqueda que te contagié, porque el amor, el amor debe ser otra cosa, el amor tiene que ser otra cosa.
Algún día voy a dejar de querer unir amor con eternidad, pero tu intento falló, todavía no.

2 comentarios:

  1. Siempre se sale del barro... primero un pasito, luego el otro.
    Después la reparación. Por último el encuentro (y quizás, por qué no? un nuevo y dulce fracaso!)

    ResponderEliminar